
SIEMPRE CON NOSOTROS
En Sanamar tenemos la enorme fortuna de contar con dos personas a las que sentimos permanentemente a nuestro lado. Porque sabemos que, allá donde estén, siguen cuidando de esta empresa como siempre lo hicieron…

Paco Gutiérrez, de orígenes humildes, nació en Escañuela (Jaén), un 17 de Abril de 1940.
Recién casado con su esposa Ana, se trasladó a Málaga a mediados de los 60 en busca de un futuro mejor alejado del duro trabajo en el campo.
Sin recursos económicos, pero con la ilusión por bandera; estuvo trabajando en diversos sectores hasta que en 1979 funda, junto a su socio Pedro, Congelados Machuca Gutiérrez (nombre original de la sociedad).
Como empresario, supuso un ejemplo de superación constante para todos los que le acompañaron a recorrer el camino. Un trabajo incansable y una voluntad de hierro hicieron crecer a la empresa hasta que, orgullosamente jubilado, entregó el testigo de Sanamar a sus 3 hijos allá por 2005.
Enamorado de su familia, es imposible encontrar palabras adecuadas que realmente definan lo buena persona que fue.
Incapaz de hacer daño o pensar mal de nadie, su alegría y entusiasmo siguen siendo fuente inagotable de motivación para todos aquellos que tuvimos la fortuna de conocerlo y, por tanto, disfrutarlo.

Para acercarnos a la persona de Nani Gutiérrez, creemos que no hay mejor forma que leer la carta que le dedicó su hermano para honrar la memoria de nuestra eterna y maravillosa jefa de sonrisa permanente:
“– Pórtate bien, ¿vale? – te dije justo antes de que se abriera la maldita puerta del ascensor que te llevaba al quirófano.”
“– Te quiero – contestaste con tu eterna sonrisa mientras me besabas.”
“– Y yo… – acerté a balbucear tratando de disimular estúpidamente la emoción.”
Te reconozco que es una bonita despedida. El problema es que, al menos yo, no era consciente de que era “la jodida despedida”.
Te reconozco que es una bonita despedida. El problema es que, al menos yo, no era consciente de que era “la jodida despedida”. Bueno hermanita…aquí estoy. Han pasado ya unos días y al fin me he atrevido a ordenar palabras para tratar de explicar lo que siento. Creo que lo necesito para seguir recomponiéndome y me hace ilusión pensar que, de algún modo u otro, puedas leerlo. No te voy a engañar; me duele tanto el alma como inmenso es el vacío que dejas. No es fácil asumir que no voy a volver a disfrutar de la persona más maravillosa que he conocido, conozco y conoceré jamás...